Leonor Quiroz Carrillo

Presidenta de la Comisión de Ética e Integridad de Coparmex Nacional y Directora de Relaciones con Gobierno de PepsiCo México

“Cuando enfocamos nuestras capacidades colectivas como abogadas, devolvemos lo que la vida nos ha dado, pues una abogada ya se encuentra en una posición de privilegio frente a una mujer que no tuvo acceso igualitario al derecho de educación.”

Licenciada en Derecho por la UNAM, Especialidad en Derecho Financiero por la Universidad Panamericana, Maestrías en Administración Pública y en Políticas Públicas por el Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey. Ha ocupado los cargos de Directora de Clasificación y Datos Personales de la Dirección General de Clasificación y Datos Personales del IFAI; Consejera Independiente del Consejo de Administración del Fideicomiso en Nacional Financiera, Banca de Desarrollo; Consejera Nacional, Participación de Carácter Honorario de la Coparmex; Vicepresidenta de la Comisión de Integridad y Ética Empresarial e Integrante de las Comisiones de Derechos Humanos y Empresa, Diversidad e Inclusión, Estado de Derecho y Enlace Legislativo del CCE. Está afiliada al Women Corporate Directors, la Barra Mexicana de Abogados y al Ilustre y Nacional Colegio de Abogados de México.

El machismo, la desigualdad de acceso a oportunidades y la violencia de género son los retos que enfrentamos las abogadas. Aún no se logran más profesionistas en posiciones de poder y decisión, sobre todo en el sector privado. Son aún muy pocas socias en despachos jurídicos, pocas mujeres en los puestos legales de mayor nivel de decisión en las empresas y de la academia, seguimos viendo rectores y no rectoras, hay más vicepresidentes jurídicos y no vicepresidentas, más notarios que notarias, consejeros independientes y no consejeras, etc. Las cifras de esta desigualdad se mantienen con los años, no se trata de repetirlas, lo importante es ponerle rostro de mujer a cada una de esas cifras que reflejan que las abogadas aún no llegamos, dentro del sector privado, a las posiciones de poder y decisión en el mismo porcentaje que los hombres. Esta situación sesga las decisiones institucionales y las de los colegiados integrados principalmente por hombres, con lo que se pierde objetividad y pluralidad de decisiones. No se trata únicamente de cuotas de género, por supuesto que es necesario cumplirlas como una acción afirmativa en los despachos, empresas, consejos y en todos los espacios en donde aún hacemos falta; también se trata de que esas mujeres, quienes ocupan dichos puestos por sus propios méritos, puedan permanecer en ellos y seguir creciendo para aminorar los efectos de la cultura patriarcal, pues aún les cuesta trabajo a los hombres compartir el poder. El machismo condena a las mujeres a roles de género como las labores de cuidado, esas son las dos principales razones por las que aún no estamos ahí, en esas alturas y de manera paritaria. Asimismo, se trata de democratizar el acceso a las oportunidades, debemos enfocarnos en la niñez, pues deben ser garantizados los derechos a la salud, nutrición y educación de cada niña y niño en nuestro país para que puedan acceder a la movilidad social.

Las abogadas tenemos el deber profesional, social y moral de proveer defensa a las niñas y mujeres vulneradas, porque no nacemos vulnerables, nos vulneran y es ahí en donde tenemos que usar nuestra formación académica y experiencia profesional para defender a las mujeres violentadas en la calle, en su casa, en su trabajo. Defender a mujeres invisibilizadas por alguna postura machista y que no tienen el mismo acceso a oportunidades de desarrollo pleno. Mujeres y niñas a quienes se les ha negado el acceso a la justicia y deben ser atendidas de manera oportuna ante las violencias para que no se conviertan en víctimas de feminicidio. Cuando enfocamos nuestras capacidades colectivas como abogadas, devolvemos lo que la vida nos ha dado, pues una abogada, por el simple hecho de serlo, ya se encuentra en una posición de privilegio frente a una mujer que no tuvo acceso igualitario al derecho de educación. 

La nutrición, la salud y la educación son los factores de movilidad social más importantes. En mi caso, haber tenido la oportunidad de estudiar me permitió dar pasos inimaginables para librar las carencias que viví junto a mi madre. De niña ayudaba a mi madre a vender fruta por la mañana y sopes y quesadillas por las noches. Gracias a las becas que me proporcionó el Estado, desde preescolar hasta preparatoria, pude tener acceso a educación privada, así fue como me preparé para alcanzar mis metas, no lo hubiera podido lograr sin los sacrificios de mi madre y sin el apoyo para el acceso a la educación. Debemos insistir en acciones afirmativas que permitan a los ciudadanos el acceso igualitario a los tres factores principales de movilidad: salud, nutrición y educación.